NUESTRO DESEO.
Contenido:
Nuestro deseo. PAZ
La canción del verano – Aurelio Arturo
1. TITULAR DE LA SEMANA.
Terminó la decatlón solar, ahora, a sacarle PROVECHO.
2. ¿Y USTED QUÉ OPINA?
Esto también es violencia.
3. CAMPAÑA AMBIENTAL
4. CAMPAÑA CÍVICA.
En defensa de la familia: USO RACIONAL DEL TELÉFONO MÓVIL
5. OPINIÓN
El galeón: ¿tesoro o patrimonio? – Héctor Abad Faciolince.
Regiones – Carlos Jiménez M.
6. AÑORANZA
La Novena de Aguinaldos. ¿Qué tanto ha cambiado?
Costumbres navideñas del Cali Viejo
7. AGENDA CULTURAL.
“Colombia: del cielo a la tierra”.
1. TITULAR DE LA SEMANA.
2. ¿Y USTED QUÉ OPINA?
3. CAMPAÑA AMBIENTAL
4. CAMPAÑA CÍVICA.
En defensa de la familia: USO RACIONAL DEL TELÉFONO MÓVIL
5. OPINIÓN
El galeón: ¿tesoro o patrimonio?
Héctor Abad Faciolince
EL PAPA FRANCISCO DESENTERRÓ hace poco una expresión poderosa para hablar de la plata: “El dinero es el estiércol del diablo, nos hace idólatras y nos corrompe”. Por reducirlo a mercancía y a plata, Colombia se está corrompiendo con esta historia del galeón hundido por los ingleses hace 300 años. Si hablamos solo de tesoro, y no de patrimonio cultural, los restos del naufragio del San José no serán otra cosa que un morro de excrementos en el que todos querrán untarse las manos: las SS de los gringos (Sea Search Armada), el reino de España, el gobierno del Perú, los abogados e intermediarios de los piratas colombianos de tesoros sumergidos, las fauces insaciables del Estado.
Por reducirlo a mercancía y a plata, Colombia se está corrompiendo con esta historia del galeón hundido por los ingleses hace 300 años. Si hablamos solo de tesoro, y no de patrimonio cultural, los restos del naufragio del San José no serán otra cosa que un morro de excrementos en el que todos querrán untarse las manos: las SS de los gringos (Sea Search Armada), el reino de España, el gobierno del Perú, los abogados e intermediarios de los piratas colombianos de tesoros sumergidos, las fauces insaciables del Estado.
Si en vez de ver ese naufragio como un tesoro (un montón de oro y plata) lo vemos como lo que es de verdad, un patrimonio histórico y arqueológico, su valor deja de ser monetario y se convierte en un bien cultural invaluable. ¿Qué es un bien cultural? Hay ejemplos muy fáciles: España, si quisiera, podría convertir en cero su deuda exterior con solo vender Las Meninas de Velázquez o el Guernica de Picasso, y a nadie se le ocurre hacerlo, porque son un patrimonio que no debe monetizarse. Italia dejaría de tener problemas de balance si subastara el David de Miguel Ángel. Y Colombia podría financiar dos o tres posconflictos si vendiera las piezas almacenadas en la bodega del Museo del Oro. Pero sencillamente hay cosas invaluables, cosas que no se venden, como los hijos, la conciencia o la palabra, aunque por ellos nos ofrezcan el oro y el moro.
Creo que Colombia está manejando mal (como un tesoro y un negocio) el hallazgo del galeón San José, a causa de lobbistas que se quieren lucrar de algo que no es suyo, que no debería ser de nadie, sino de todos. Los mismos que sacan pecho e invocan sentimientos nacionalistas y patrióticos olvidan que las entidades políticas llamadas Colombia, Perú o Panamá no existían en 1708. Ni siquiera la España de hoy puede confundirse con el Imperio español de Felipe V. Como bien decía un editorial del diario El País, de aquella monarquía católica eran tan súbditos “los habitantes de Cartagena de Indias como los de Cádiz, y no resulta fácil argumentar por qué los descendientes de estos tienen más derechos que los de aquellos sobre un galeón construido con los impuestos de los antepasados de unos y de otros”.
Si nos ponemos a pelear por el estiércol del diablo, guiados por la codicia, aquí se van a partir la marrana un par de negociantes ávidos de plata: el Estado insaciable y sus asociados en el hallazgo del “tesoro”. El Gobierno, con un secretismo inaceptable, no ha querido siquiera decirnos quiénes son esos socios, si gringos o canadienses o colombianos. Su tesis es que si un doblón de oro acuñado en el Perú está repetido, una sola moneda es patrimonio (la muestra), y todas sus copias se pueden vender.
Y esto no debería ser así. Lo que quede del galeón debe ser rescatado pieza por pieza, como un todo. Cada moneda, cada cañón, cada lingote, cada damajuana, cada armadura, cada joya, cada tabla (todo lo que se pueda recuperar del naufragio), es un conjunto que ayuda a entender cómo funcionaba el comercio, el contrabando o el expolio de las Indias. Entendido el barco hundido como patrimonio, entonces es obvio que debería hacerse un museo del galeón San José, que incluya hasta su último clavo, con una exposición itinerante que recorra el antiguo virreinato del Perú, Panamá (la nave venía de Portobelo), y el antiguo reino de España.
Aquí los negociantes del Congreso no dejaron firmar la Convención de la Unesco sobre patrimonio sumergido y luego hicieron una mala ley para partirse la marrana de los tesoros y para tratar los galeones como si fueran petróleo que se reparte entre el explorador y el Estado. Estamos a tiempo de enderezar ese entuerto: el galeón no es un tesoro, no es una montaña de estiércol de oro y plata: es un patrimonio cultural de la humanidad, con sede en Colombia.
Regiones
Por: Carlos Jiménez M.
Han vuelto las navidades, que para mí no son de Santa Claus sino del Niño Dios, y aunque no tengo ya la edad de pedirle regalos hago una excepción y le pido que no me traiga nada sino que se lleve lo que hoy más nos hace padecer: El Niño. Ese fenómeno climático, con una edad de siglos o milenios, que en los últimos años se ha desbocado hasta el punto de amargarnos las fiestas.
Cierto, el Niño Dios no puede concederme esa gracia aunque quisiera y me toca a mí o, mejor, a todos nosotros ocuparnos no tanto de El Niño meteorológico sino del cambio climático que tanto ha hecho para desquiciarlo y agravarlo. Y digo “nosotros” porque COP21, la cumbre del clima de París, ha sido la montaña que ha parido un ratón: el Pacto Climático. Un pacto que tiene el valor de reconocer, en contra de la opinión de los voceros de la industria de los combustibles fósiles, que el cambio climático sí existe y que en consecuencia es indispensable que todos los países hagan todo lo que sea posible para que en el año 2050 no se sobrepase la línea roja de un aumento de 2° de la temperatura promedio del planeta.
A partir de ese límite, afirman los expertos, el cambio climático se vuelve irreversible y con él la posibilidad cierta de una nueva extinción masiva de la vida en la Tierra. La desgracia, es que el acuerdo no es más que un pacto de caballeros, que no tiene la fuerza vinculante de un tratado internacional, como si la tienen los tratados de libre comercio. O sea que el gravísimo problema del cambio climático ha quedado librado a la buena voluntad de los gobiernos y a la iniciativa de la empresa privada, que obviamente sólo actuará si le produce beneficios contantes y sonantes.
Bueno, también quedamos nosotros, los ciudadanos de a pie, que podemos ponernos manos a la obra si es que logramos aclarar qué es lo que tendríamos hacer distinto, a compartir la ducha o sacar el carro un día sí y otro no. En este punto me parece interesante la propuesta que bajo el título de Biorregionalismo ha formulado el teólogo brasileño Leonardo Boff. La idea es muy simple. Partiendo del principio de pensar globalmente y actuar localmente, Boff propone que la cuestión de las varias causas y de los posibles remedios al calentamiento global se aborde y se resuelva dentro de lo que cabe cuidando de la naturaleza en las regiones. Que en nuestro caso son tres: el valle del río Cauca, el Andén Pacífico y los páramos.
6. AÑORANZA
La Novena de Aguinaldos. ¿Qué tanto ha cambiado?
Una tradición muy colombiana.
La Novena de Aguinaldos fue escrita por un quiteño que vivió en Cali
Una de las tradiciones más arraigadas en Colombia es la Novena de Aguinaldos que se empieza a rezar desde el 16 de diciembre alrededor de los pesebres del país. Su origen se remonta al siglo XVIII.
Desde hoy, las calles nocturnas de la ciudad se llenarán de niños que, cascabeles en mano, van de una casa a otra, visitando pesebres, cantando villancicos y recibiendo como recompensa un dulce. Esa es la rutina navideña que tradicionalmente se vive en los barrios de la ciudad. Los niños, a veces incluso los adultos, perseveran cada noche previa a la navidad en este itinerario que significa para ellos la promesa de un aguinaldo si completan las nueve sesiones de la Novena.
La última noche es la más esperada. Faltan pocas horas para que el niño Jesús nazca, y antes de irse a dormir para que la magia pueda hacer aparecer un regalo bajo la almohada o junto al árbol, los cascabeles de tapas de gaseosa machacadas y las panderetas y las maracas rellenas con granos de arroz son revolcados con mucha más fuerza para acompañar los villancicos o animar a los amigos que buscan la figurita oculta del niño. Mientras tanto, los fogones cocinan la natilla y calientan el aceite para freír los buñuelos y las hojuelas. La familia reunida alrededor de una celebración que en todo el mundo se canta en diversos idiomas, sin embargo, cada cultura, cada país, tiene una forma distinta de hacerlo.
Si bien es cierto que algunas tradiciones han pasado a ser, con el transcurso de los años, universales, también hay algunas que son autóctonas de los diferentes países. En Colombia, una de las tradiciones más representativas es la Novena de Aguinaldos. Es el único país en el mundo que posee esta tradición cuyo origen, del mismo modo, es colombiano.
El Mundo. Portal.com
Costumbres navideñas del Cali Viejo
Hoy vamos a recordar cómo se celebraba la navidad en el Cali de nuestros padres y abuelos.
En el Cali Viejo, la celebración de la navidad era un tiempo de fraternidad con la familia y los vecinos. La celebración se iniciaba oficialmente el 7 de diciembre con la noche de las velitas. En los antejardines de todas las casas, ricas y pobres, salíamos a encender velas de colores en honor a la Virgen María. De esta actividad participaba toda la familia.
A partir de ese día, las abuelas y mamás de cada casa, se dedicaban con amor y entusiasmo a preparar deliciosos manjares como el desamargado, la torta de pastores, las hojaldras, los buñuelos, las caspiroletas, el arroz de leche, el manjarblanco, el cortado y los borrachitos.
Mientras las mayores de las casas se dedicaban a practicar sus habilidades culinarias navideñas, los niños y muchachos iniciaban el juego de los aguinaldos que duraba hasta el 24. Eran muchos los aguinaldos que jugábamos: «Hablar y no contestar», «Palito en boca», «Estatua», «El sí y el no», «Mano atrás» y, entre las parejas de novios «el beso robado».
En cuanto a los manjares navideños, cada familia tenía su especialidad y desde el 16 de diciembre, día en que comienza la Novena del Niño Dios, viajaban de una casa a otra, bandejas humeantes con los deliciosos platos mencionados.
Después de la novena de cada día, venía la comilona entre aguinaldos, penitencias y risas de niños y mayores.
Fuentes: Los libros sobre El Cali Viejo editados por la Cámara de Comercio.
7. AGENDA CULTURAL.
“Colombia: del cielo a la tierra”.
Si un viajero llegara a Colombia con un altímetro en la mano, se sorprendería de la cantidad de registros que marcaría el aparato. Esa fue la idea detrás del libro Colombia: del cielo a la tierra, de la Fundación Ecoplanet e IM Editores: descubrir el país a través de sus alturas y fotografiar 100 lugares emblemáticos desde el cielo.
De acuerdo con Santiago Montes, editor de IM, el libro se organizó por pisos térmicos porque daban una unidad de luz y de color muy interesante. De hecho, a medida que se pasan las páginas, la paleta de colores adquiere un orden que obedece a que en cada altura la luz se parece y la radiación también por la cantidad de rayos UV. Con ese criterio, las fotografías se dividieron en seis capítulos: nieves perpetuas, páramos, altiplanicies, regiones primaverales, tierra caliente, la sierra y el mar.
Esa, según Forero, es la verdadera democratización porque, como sostuvo, “Colombia nos ha permanecido vedada, prohibida por razones equivocadas. Hemos tenido la imposibilidad de ir a recorrer los lugares a menos que sea desde el aire”.
Tomada del espectador 13 12 2015. María Paulina Baena Jaramillo