LEE 65. Mi Cali Viejo: Evocadora y Señorial.

LEE 65
Contenido
1. Cali. Palacio Arzobispal
2. Cali. La vieja Calle 13.
3. Cali, 1911 – Medardo Arias.
4. Cali, 1915- Av. Sexta.
5. Cali, 1917 -La Vieja estación del Ferrocarril de Cali
6. Cali. El teatro municipal y el terrible drama de la lepra en el Cali viejo (crónica)

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Cali. 1840.(Grabado)

1. Cali. Palacio Arzobispal

Nuevamente el color y la restauración digital nos regalan esta fotografía de nuestra actual Carrera 4° con calle 7°. Donde está la Bandera, es hoy en día el actual Palacio Arzobispal de Cali y la casa donde están parados los dos niños es la hoy existente casa de la Sociedad de Mejoras Publicas. Para la época de la fotografía no había alcantarillado en Cali y el canal de aguas negras y lluvias corría por la mitad de la calle. Los automóviles todavía no existían en la ciudad.
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Año de la Fotografía: 1895
Autor: Desconocido
Color y retoque digital: Saúl Antonio Ramírez

Cali 1895

2. Cali. La vieja Calle 13
Histórica Fotografía restaurada y coloreada digitalmente donde apreciamos con gran detalle la Antigua calle 13 de Cali y al fondo la torre de La Ermita del Señor del Rio o Ermita Vieja, destruida totalmente por el terremoto de 1925 y en donde se levanta hoy en día nuestra actual Ermita de estilo Gótico.
La vieja Calle 13 que era una calle estrecha, también era conocida a finales del siglo XIX y principios del siglo XX como la Calle de Santa Librada, ya que en su esquina de la cra. 4° quedó el Antiguo Colegio de Santa Librada el cual fue fundado por el General Francisco de Paula Santander en 1823, y que corresponde a la edificación que observamos a mano derecha y que sirvió también de primera sede a la Universidad del Valle al ser fundada en 1945.
El Viejo edificio del Colegio, que en su pasado hizo parte del gran claustro de San Agustín, fue demolido a finales de los años 60 para dar paso a la ampliación de la Calle 13 y en su lugar se construyó el edificio de parqueaderos San Librada.
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Año aproximado de la foto: 1910
Autor de la fotografía: Desconocido
Restauración, retoque y color digital: Saúl Antonio Ramírez
con Jose Alonso Catano Canaval e Hilda Guadalupe Guerra.

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3. Cali, 1911
Medardo Arias

No sé si los artífices del nuevo Plan de Ordenamiento Territorial leyeron el libro de Félix Serret, el viajero francés -no catalán- que estuvo en Cali a inicios del Siglo XX, y que regresó a Europa sorprendido de no haber encontrado aquí “una sola panadería”, pero sí calles llenas de piedras y huecos, además de cantinas en la zona central, y una imprenta.
Su periplo por Colombia duró 1 año, entre 1911 y 1912, tiempo suficiente para escribir unas valiosas impresiones que son hoy tema de estudio de urbanistas e historiadores. Su nombre afloró en mi antepenúltima columna, ‘De pan y panaderos, a propósito de una carta que me enviara el poeta Álvaro Miranda.
Francisco González, director del periódico humorístico más antiguo de América, ‘El Gato’, encontró el libro de Serret, prologado por Luis Carlos Mantilla, de la Academia Colombiana de Historia, y me lo hizo llegar. Qué deleite conocer, de primera mano, cómo era Cali entonces: “Esta ciudad de 25.000 habitantes no tiene ni una sola panadería. El pan es hecho por las familias y no constituye aún una profesión, como en Europa. Se emplea harina traída de los Estados Unidos o elaborada en los alrededores de la ciudad, en molinos primitivos que datan de la época colonial. En los hoteles solo sirven un pan por persona…”.
Serret alaba el silencio de la población: “Cali, al igual que Venecia, ofrece la rara particularidad de no poseer ni un solo vehículo. Ni automóviles ni camiones, ni siquiera la misma bicicleta, nada que turbe con sus pitos el silencio de sus calles. Esta ausencia de vehículos y ciclas en una ciudad tan importante como la que nos ocupa, es debida al deficiente pavimento, formado por grandes piedras traídas del río vecino y a la existencia de profundas grietas en la mayor parte de sus calles…”.
Serret dice que se sintió avergonzado de llevar zapatos, pues el común de los pobladores andaba descalzo.
En su viaje a Buenaventura, confundió al tamborero con el canchimalo. Dice que salió de pesca, y vio cómo “los canchimalos venenosos eran amarrados por sus aletas, para luego ser tirados al agua, para diversión de su verdugos…”. El canchimalo es un pez sin escamas, parecido al barbudo, o al ‘cat fish’ (pez gato), del Mississippi, pero no venenoso; el que sí ofrece peligro mortal al ser ingerido, es el tamborero o pez globo, muy apreciado en Asia.
Dice Serret: “En Cali todo está por hacerse. La región está privada de ferrovías y de caminos carreteables…”. En Jamundí se deslumbró con los cucarrones. Un minero le regaló uno, dentro de una cajita, además de unas pepitas de oro. Lo que se colige de este suceso es que la infancia de Serret no fue muy divertida en Francia, pues jamás hizo volar cucarrones con hilo negro: “No creemos que haya sido estudiado científicamente por nuestros entomólogos, pues no he visto hasta ahora ninguna alusión a este extraño animal en algún tratado de zoología…”.
La única imprenta, de la cual salían ‘enjambres’ de muchachos a corear las noticias “era del Doctor Palau, una de las personalidades políticas más estimadas del lugar”.
De la galería de personajes pintorescos de la villa, rescata uno, inédito, un tal ‘Te capo’, al que describe “con una nariz de pico de tucán y el pecho echado hacia delante”. Una vez escuchaba este apodo, se encolerizaba y “tiraba todo lo que encontraba a su alrededor; piedras, cáscaras de naranja o banano, cortezas de melón y hasta estiércol de perro…”.
«Cuando se huye y uno deja todo a sus espaldas, el único tesoro que podemos llevarnos con nosotros es la memoria. Sólo la memoria puede permitirnos renacer de la nada. no importa donde, ni cuando, pero si conservamos el recuerdo de nuestra pasada grandeza y de los motivos por los que hemos perdido, resurgiremos» La última legión, Massimo Manfredi.

4. Cali 1915- Av.Sexta

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Hermosa Panorámica de 1915, recreada digitalmente, de la que será la futura Avenida Sexta de Cali, a la altura de las actuales Calles 16N y 17N, en ese entonces solo era el camino que conducía al vecino Municipio de Yumbo.
La zona estaba conformada por lomas y terrenos que hacían parte de propiedades de conocidas y ricas familias del Cali de esa época. La zona estaba conformada por lomas y terrenos que hacían parte de propiedades de conocidas y ricas familias del Cali de esa época. Las tierras de mano izquierda de la foto hacían parte de unos extensos terrenos conocidos como Galilea de propiedad de Don Jorge Garcés Borrero
Observamos las magníficas ceibas que adornaban el camino, algunas de las cuales engalanan todavía la Avenida 6° a la altura de la calle 17.
La fotografía es tomada de Norte a sur, como quien dice el fotógrafo estaría parado por los lados del desaparecido Drive-in Oasis y mira hacia el centro de la ciudad.
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Año de fotografía: 1915
Propiedad: Colección Alberto Lenis B.
Diseño, retoque y color digital: Saúl Antonio Ramírez
— con Herrera Greis.


5. Cali, 1917 -La Vieja estación del Ferrocarril de Cali

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Panorámica de la Vieja estación del Ferrocarril de Cali construida en 1917 y desaparecida completamente en la explosión del siete de Agosto de 1956. Estaba ubicada en la Calle 25 con carrera 1°.
Para destacar el antiguo bus urbano que hacía la ruta desde la vieja estación hacia el barrio El Peñón.
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Fuente: Revista Épocas
Autor de la fotografía: Desconocido
Fecha: 1930 — con Freddy Marin Valencia-

6. El teatro municipal y el terrible drama de la lepra en el Cali viejo (crónica)

Teatro municipal
Cali. Teatro Municipal . Construcción                                                                                                                                                                                                                                    

Cuantos de ustedes queridos lectores habrán estado aunque sea una vez en su vida sentados cómodamente en el Teatro Municipal de Cali, pero ninguno imagina por equivocación la triste historia que se vivió en ese mismo sitio antes de que se construyera el Teatro.
El principal gestor de la construcción del teatro fue el insigne ciudadano Caleño Manuel María Buenaventura, el cual con un grupo de otros cívicos Caleños se dieron en la titánica tarea para ese tiempo de dotar a Cali de un sitio adecuado y moderno conforme a la época, para presentación de carácter cultural, que estuviera a nivel de las grandes capitales Latinoamericanas.
La primera piedra del teatro se colocó en solemne ceremonia el 9 de abril de 1918
Lo primero que hicieron fue conseguir el lote esquinero de la Cra. 5° con calle 7, el cual fue donado por el Municipio, donde había una casa totalmente sellada y abandonada, que guardaba entre sus muros una historia de terror y drama que conmovió e impresiono a los Caleños de finales del Siglo XIX

Corría el año de 1895, y en la esquina en mención (Cra. 5° con Calle 7°), había una casa de un solo piso; de aspecto alegre, con amplios ventanales sobre la cra. 5°, portón empedrado de estilo colonial, amplio patio y corredores espaciosos.
Estaba habitada por una familia que ocupaba destacada posición social, cuya cabeza era de origen Antioqueño pero llegado a Cali desde muy joven, era altamente apreciado tanto por sus condiciones de caballerosidad, como por ser modelo de hombre de trabajo. En Cali contrajo matrimonio con una dama de alto abolengo de cuya unión hubo numerosa descendencia.
La segunda de sus 8 hijas, alegre muchacha de 16 años, figuraba entre las mujeres más lindas y agraciadas de la ciudad.
Sus hijos varones eran blancos y rollizos, además eran la demostración viviente de las maravillas que podían resultar del cruce entre la raza montañera y la del Valle.
Todo parecía sonreírles, ya que a todo lo anterior, se le sumaba que su condición económica era bastante holgada.
Un día un prestigioso médico de Cali fue llamado, por lo que en su momento se consideró una insignificante molestia que afectaba a la encantadora muchacha de 16 años, el medico en su examen tropezó incidentalmente con varias maculas y nódulos de carácter sospechoso, del cual tomo muestras que fueron llevadas al microscopio horas después .. ……¡Horror! Era Lepra.
La insignificante dolencia resulto ser la más espantosa de todas las enfermedades de esa época: aquella que desde los tiempos Bíblicos ha sido el terror de todos los pueblos; la única que para esa época los pueblos de mundo habían dictado leyes, muchas de ellas inhumanas, la enfermedad con la cual hasta ese momento siempre se había estrellado la ciencia.
La noticia se rego como pólvora en la Pueblerina Cali, y la marginación total para toda la familia y su servidumbre no tardó en llegar por miedo al contagio. La familia tuvo que salir de inmediato de la ciudad y abandonar la casa, los que estaban sanos partieron hacia Bogotá y la enferma hacia la «Ciudad del Dolor» como se le llamó en alguna época a Agua de Dios, el pueblo de Cundinamarca que le sirvió de Leprosario al país desde 1894 hasta 1962
Las condiciones del viaje fueron espantosas pues nadie en el camino quería darle albergue a la compungida familia y solo para llegar a Cartago requirieron de 8 días, durmiendo en empalizadas y en improvisados cambuches de paja.
Al poco tiempo a la enferma niña se le unieron en Agua de Dios también contagiados, cinco mas de sus hermanos, su tía, su nodriza y un fiel sirviente negro que vivió por varios lustros en la casa.
Mientras que en Cali, la casa con su mobiliario quedo en total abandono, puertas y ventanas fueron selladas con remaches de hierro, puesto por las autoridades en defensa de la comunidad. Y así permaneció la casa por casi un cuarto de siglo, los peatones al llegar a ese paraje instintivamente se pasaban a la cera contraria, el mal de San Lázaro (Lepra) para el cual actualmente hay total tolerancia y está casi desaparecido, en aquellos tiempos inspiraba más que pavor y esa esquina de la cra. 5° con calle 7° con su casa, fue mirada por muchos lustros como un sitio maldito.
La implacable mano del tiempo imprimió su sello destructor por todas partes. Los andenes, puertas, ventanas, paredes y techos presentaban estado ruinoso como símbolo del drama vivido.
Cuando la ruinosa casa fue entregada a Don Manuel María Buenaventura, los lotes colindantes también estaban tapiados y sus accesos protegidos por fuertes candados de cuyas llaves nadie daba razón.
El Alcalde tuvo que facilitar 10 presos de la cárcel con sus respectivos guardias, para que obligados hicieran la labor de romper los sellos y remaches y lograr abrir trochas hasta la casa la cual estaba totalmente invadida de enredaderas de mil clases, ardillas, sabandijas, lagartos, arañas y mil otras alimañas que fueron los amos y señores de ese feudo por muchísimos años.
Los presos, todos con apariencia de hombres avezados al crimen, armados de machetes, titubeaban como dispuestos a echar pie atrás. La maraña los repelía, pero más que esta, el temor al contagio de la espantosa enfermedad. Los 10 presos fueron gratificados por Don Manuel María de su bolsillo con la suma de siete pesos con cincuenta centavos ($7.50)
Nueve años después, el 30 de Noviembre de 1927 con la presentación de la ópera «El Trovador» de Verdi fue inaugurado con bombos y platillos nuestro emblemático Teatro.
Y así querido lectores llego al final de este lamentable pero histórico relato; por eso cada que asisto al teatro Municipal o simplemente paso por ahí, no puedo evitar recordar este pasaje y darme cuenta que cada calle del Cali Viejo guarda celosamente una gran cantidad de historia.
(Basado en un relato de Don Manuel María Buenaventura en su libro «Del Cali que se Fue» edición de 1957)
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Cali. Teatro Municipal

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9 comentarios en “LEE 65. Mi Cali Viejo: Evocadora y Señorial.

  1. jose nelson rodríguez melo

    ESTA CRÓNICA NOS MUESTRA, CON DETALLADA MINUCIOSIDAD LOS HECHOS Y MOMENTOS HISTÓRICOS DE LA BELLA CALI DEL AYER AÑORADO NARRADOS EN UN ESTILO LLENO DE SENTIMIENTO Y VERACIDAD.

    1. Heber Londoño

      gracias por este documento tan valioso, espero muchos mas para un mejor conocimiento de la historia de Cali, que aunque no es mi ciudad natal, me considero caleño agradecido y privilegiado por vivir aquí.

  2. Amanda Montaño A

    Con verdardero regocijo leo estas pequeñas crónicas de mi querida ciudad adoptiva y doy gracías a todas las personas que han hecho posible este valioso documento.

  3. Urbano Rengifo Hernández

    MUCHAS GRACIAS por esta publicación. ¿Cuántos caleños raizales conocemos estas historias? ¿qué está haciendo nuestra educación por ayudarnos a saber quiénes somos? Creo que una de las causas de nuestra falta de liderazgo y ausencia de identidad está en la falta de educación sobre nuestra propia historia. Retomo una frase: “Cuando se huye y uno deja todo a sus espaldas, el único tesoro que podemos llevarnos con nosotros es la memoria. Sólo la memoria puede permitirnos renacer de la nada. no importa donde, ni cuando, pero si conservamos el recuerdo de nuestra pasada grandeza y de los motivos por los que hemos perdido, resurgiremos”
    FELICITACIONES.

  4. hfabio

    GRACIAS A QUIENES HAN COMPARTIDO ESTE PORTENTOSO DOCUMENTO DE NUESTRA HISTORIA. DA PESAR VER LA CALI ACTUAL DESTACADA POR LA INSEGURIDAD, FALTA DE RESPETO POR LA VIDA, LLENA DE HUECOS, E HISTERIA VEHICULAR.

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